segunda-feira, 15 de fevereiro de 2010

7 - CUESTA ABAJO


Mi mujer, allí por Japón, tuvo un derrame e está paralizada y ni consigue hablar. Mi hija dejará de trabajar para cuidar de la madre.
Y yo por aquí también vigilando mi presión sanguínea; a veces uso remedio, cuando queda muy alta. Una hora cualquiera puedo quedar igual que mi mujer. Mi padre también, en el año 1962 tuvo un derrame y quedó varios meses entre la vida y la muerte. El conseguía se comunicar un poco y me solicitó para darle “alguna cosa”, para acabar de una vez, que solo sufría y hacía a los otros sufrir con su interminable agonía… ¡Uno más a quien no atendí en su “voluntad final”!... Mi padre sobrevivió de forma inexplicable para los médicos, y después de algunos meses, de forma inexplicable también, recuperó los movimientos que había perdido. Murió años más tarde, de nuevo de agonía interminable, cuando yo ya vivía por aquí, en Brasil.
Estoy por aquí solo, a veces en el estado de Bahía, otras en Goiás, otras en São Paulo… Ya oí manifestaciones veladas de gente a mi alrededor, que temen que yo les dé trabajo con enfermedades y muerte… Mi amiga la Doctora Rosa, al contrario, no se importaría en cuidar de mí si yo lo necesitase… Por “palabras sueltas” que oí, me parece que a ella también estuvieron dando consejos para se apartar de mí, pues yo solo iría a dar “trabajo” para ella… Mas yo sé que ella cuidaría de mi hasta con placer, como digo… Ahí soy yo quien no quiere incomodar a nadie… Incluso, la madre de la Dra. Rosa murió el año pasado después de dos años en que solo tenía vida vegetativa, sin movimientos ni conciencia… Espero no pasar por situación igual, de dar tal “trabajo” a alguien, sea a la amiga Rosa o a quien quiera que sea… Por esas razones, me parece bueno tener algún lugar y momento pre-fijado para morir…
En el caso de yo venir a morir en La Cruz de Bargagain, irá a sobrar todavía trabajo para alguien bajar mi cadáver hasta el cementerio de Alsasua, donde se encuentran los restos de mis familiares que “ya se fueron”… Hasta quien sabe, cae para hacer ese trabajo de nuevo para mi cuñada Mari Cruz, esta que ya tuvo que cuidar de mi hermano Javier y de mi tío Cándido en sus tiempos finales… Espero ser más leve que ellos dos, pues ella tuvo que aguantar durante meses sus largas y penosas agonías, viéndolos ser consumidos lentamente por el cáncer… tortura prolongada de ambos moribundos y de quien cuidaba de ellos, en el caso, esa cuñada citada, Mari Cruz…
Cara cuñada: ¡Sorry, si tienes que ayudar a cargar mis huesos montaña abajo!... Y te consuela pensando que peor sería si tuvieses que cargarlos montaña arriba… En cualquier caso, espero ser más leve para ti, que mis otros familiares…
27 / I / 1998. –Alto Paraíso

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