segunda-feira, 15 de fevereiro de 2010

8 - POBLADO DE LOS MOLINOS


Los elefantes, ellos sí que son sabios… en la hora que ellos sienten que la muerte se aproxima, salen de la convivencia de la sociedad paquidérmica y se van para un lugar remoto para allí esperar por su fin…
Iré para mi Narayama particular y voluntaria (de la premiada película japonesa La Balada de Narayama) (*) al estilo de los elefantes y de la viejita de Narayama…
Pueden enterrarme en los alrededores de La Cruz de Bargagain si yo morir por allí: ¡No quiero que nadie se incomode con mis restos mortales, no quiero dar trabajo a nadie!... Pero también, si alguien quiere molestarse en llevar mis restos para el panteón de mi familia, allí en el fondo del Valle de La Burunda, puede hacerlo… Y si hay ceremonia fúnebre en mi memoria, me gustaría que fuese hecha al estilo de Kurosawa, en el episodio Poblado de Los Molinos de la película Sueños… solo que con una variación: ¡en vez de la banda musical original, txistu y zortzico, al estilo de la fiesta de San Pedro!...

(*) Historia basada en hechos reales. Sociedad tribal del norte de Japón, vive en condiciones extremamente adversas. Los viejos, cuando no pueden valerse por sí mismos, se transformando en un peso para sus familiares y para toda la comunidad como un todo, son llevadas para las montañas nevadas de Narayama y allí abandonados a la espera de su propia muerte,
Dentro de la historia de la película, una viejita prepara una nuera para substituirla en sus funciones dentro de la familia y de la comunidad y fuerza su salida para Narayama, al contrario de quedar esperando transformarse en un trasto viejo e inútil.
Ella es acompañada por el hijo mayor en su ida para Narayama, el hijo sin conformarse en cumplir con su ingrata misión, mientras la madre le consuela y le transmite resignación ante aquello que es inevitable y tradicional dentro de las costumbres de la comunidad.
Madre e hijo encuentran por el camino otra pareja en situación parecida, solo que en estos la actitud de ambos está invertida: ¡un viejo descontrolado, no queriendo encarar el enfrentamiento final con la muerte, lo que obliga al hijo que lo acompaña a tener que atarlo y así obligarlo a enfrentar su fin en la montaña!...
28 / I / 1998 – Planaltina DF

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