
Mi hija me sugirió para quedarme a vivir con ella. No es la primera vez que muestra preocupación con mi futuro… ¡Si ella supiese!... Pero algún día sabrá que soy un privilegiado, que maleficio algún puede me alcanzar, que “el agua no puede me ahogar ni el fuego me quemar”….
Pobres humanos, digo yo… ¡Perdidos ellos están, a vueltas queriendo huir de la “negra sombra del Umbral” que los intimida!...
¡Bargagain me espera!... Nada tengo que temer… ¡Allí será apenas el “punto de encuentro” de la gota con el Océano de la Eternidad!...
Numazu – shi – 2 / VI / 2001.
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