
Estoy en Brasilia, preparando mi viaje para los Andes Ecuatorianos... Antes de salir de Cavalcante, el dueño de la casa donde vivo y su familia se mostraron preocupados conmigo, relativo a enfermedades y muerte que podrían ocurrir conmigo… Recientemente, el hijo mayor del viejo se suicidó, y el propio viejo estuvo dos semanas hospitalizado: ¡Este está presentando “señales” de que está próximo del fin!... De forma indirecta, el viejo quiso decirme poco antes de yo salir: -Mi hijo fue enterrado porque tenía a nosotros para hacer eso; y también mi mujer y mi hija cuidaron de mí en los tiempos que estuve en el hospital… ¿Y si a ti te pasar lo mismo, quien cuidará de ti?...
Algo parecido sentí en España dos años atrás, con mi cuñada Mari Cruz, la cual fue operada por aquéllos días, y las hijas cuidaron de ella… Después ella me decía que tenía las hijas para cuidarla cuando necesitaba de ellas; yo sentí que ella estaba indagando sobre mi situación, sobre lo que yo haría si pasase por la misma situación… ¡o ”peor todavía”!… Yo le dije, que yo no necesito de hospitales, que soy como los bichos salvajes, a los cuales nadie los cuida; ellos nacen, viven y mueren en la selva, donde no hay médicos, enfermeros ni hospitales y conmigo, que ando siempre solo por las montañas, también iría a ser igual… Ahí ella me preguntó si yo no pensaba en la situación de la familia, sabiendo que yo había desaparecido en las montañas y sin tener noticias mías… Corté la conversación y no quise entrar en más detalles…
Y así ando por ahí, causando preocupación por donde paso… A veces, doy algunas explicaciones para que me dejen en paz: ya llegué a decir a alguien que yo ya tengo un “lugar” para morir y que solo falta la “fecha”. Para los más íntimos hasta pasé los datos para entrar en mi cuenta bancaria y que paguen mi entierro con mi dinero, siempre procurando tranquilizarlos, diciendo que ni esa preocupación y trabajo quería causar y que tengo certidumbre total en que no iría necesitar de ayudas hasta el fin de mis días, que deberá ser en “mi lugar de las montañas”…
De todos los que manifestaron sus preocupaciones conmigo en ese sentido, el que fue más directo, fue el Dr. Valente (del cual ya conté algunas historias en algún lugar de estos mis “escritos testamentares”)… Él y sus dos hijas, estas las cuales también se manifestaron explícitamente sobre el asunto…
Y bien directa también fue mi mujer, la cual estuvo por mucho tiempo me presionando para yo salir de la familia y del Japón, y al fin acabó reconociendo que ella estaba preocupada conmigo en ese sentido, en dar trabajo para la familia con viejez y enfermedades, con el factor agravante de que estábamos en un país extranjero que complicaba más todavía las cosas…
Algún día, todos ellos (o los que sobren después de yo “partir” de este mundo) podrán leer esta colección de textos a la cual titulé Balada de Bargagain y entenderán como voy “llevando las cosas”, sin poder ser tan explícito como ellos querrían para quedar más tranquilos conmigo en relación a mi “destino final”…
Brasilia – 2 / VIII / 2007.
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