
¡Últimamente, las puntadas en el corazón son más constantes!... ¡Noche y día!.. ¡Me parece que el “motorcillo” está cada vez más cansado de funcionar!...
Ayer, durante mi caminada por los campos, parecía estar me diciendo: -Prepárate, porque a cualquier hora puedo parar de funcionar…
Estuve pensando, que si realmente parase, el “resto” de mi organismo también pararía junto con él y no tendría condiciones de ir muy lejos… tal vez quedaría por allí mismo, a la orilla de algún camino; lejos del lugar y momento que he andado pensando para “mi fin”… Y que podría ser todavía hasta peor, si alguien me viese por allí y me recogiese para llevarme hasta los dominios de algún “buitre de bata blanca”, para este prolongar mi agonía… Detesto la idea de acabar mis días en una cama, y peor todavía si fuer rodeado de gente, y peor todavía si la gente a mi alrededor vestir uniforme blanco…
Yamashita consiguió salir de ese lugar común retratado, y hasta del “lugar casi común” de sus compatriotas que buscan las faldas del Monte Fujiyama para allí acabar exhalando su último suspiro: ¡Los Montes Pirineos y alrededores del Camino de Santiago, fue un lugar bien original para él morir!... Me parece que él consiguió tener “su fin soñado”…
Y yo por aquí, ya estoy avisado de cómo son “mal comportados” los buitres de los Pirineos y de la Sierra de Urbasa… y también mi corazón puede estar haciendo “su parte”, al avisarme para realizar los preparativos para “mi fin”… Mi madre y varios de sus hermanos murieron por colapso de ese órgano en sus pechos, que dicen que es la “sede de los sentimientos”…
Aparece también en mi memoria el pedido que mi padre me hizo para acelerar el desenlace de su agonía, en 1962 eso, cuando tuvo un infarto en las calles de Pamplona cuando se dirigía para el hospital para hacer examen, y mi madre que lo acompañaba tuvo que llamar una ambulancia para llevarlo al hospital, y cuando llegaron a éste y los médicos vieron el estado crítico en que se encontraba, mandaron a mi padre en la misma ambulancia para Alsasua, para él “morir en su casa”…
En mi memoria también la agonía de mi abuelo Ciriaco, y su petición para que lo llevásemos debajo de los árboles, para allí pasar sus últimos momentos…
A ninguno de ellos atendí en sus peticiones… Si fuese hoy, seguramente que atendería a sus peticiones… en aquéllos tiempos yo era muy joven e inmaturo para tomar una actitud tan insólita como la que ellos solicitaron… Hoy creo que soy capaz de enfrentar los “encargados de administrar la responsabilidad civil”, los cuales ciertamente me castigarían… Ahora ya… ¡lo que fue, fue, y lo que no fue, era porque no tenía que ser!...
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