
Vivimos en el Reino de Maya (como llaman los indús a “nuestra realidad”, la misma realidad a la que Platón llamaba Mundo de la Caverna)… Nos encontramos sumergidos en el “mundo de la ilusión y fantasías” que creamos dentro de nuestras mentes. No enfrentamos la realidad y creamos “mecanismos de defensa” para no tener que enfrentarla…
Una realidad que vivimos obcecados en no aceptar, es la de nuestra propia finitud… Creamos la ilusión de que a través de nuestra “ciencia médica” vamos a alcanzar la inmortalidad de nuestra “forma externa” o cuerpo, este con el cual nos identificamos de forma enfermiza dentro de nuestro “sueño de Maya”: el resultado es una multitud de “zumbis” habitando en los hospitales, desesperados en las filas de los consultorios médicos y esperando “su vez” de ser atendidos, pagando sus “dícimos” para esos profesionales y para que estos les suministren algunas “píldoras de la ilusión de la vida corporal eterna”…
Existen muchos matices de ese nuestro “sueño de Maya” en el cual vivimos inmersos, mas dentro de la línea de pensamiento de hoy, de la ilusión de la perennidad de este nuestro “envoltorio corporal”, observo a mi vecino octogenario (el dueño del inmueble donde resido actualmente)… Él dedicó su vida al “arte” de adquirir “cosas de este mundo” sin parar: casas, dinero, objetos diversos, “súbditos” (a estos les impone su voluntad a través una “inteligencia de raposa” y lengua afiladísima)… Él está siempre alerta para ampliar su “territorio de dominio en este mundo” a través de la negociación: ¡Quiere obtener (y realmente obtiene) “cosas” a bajo coste (y si posible gratis) para luego revenderlas a precio de oro!…
Creó una familia, donde los hijos eran criados como “objetos de propiedad” situados en su “territorio de dominio”… Y cuando esos hijos quedaron adultos y para poder ser “ellos mismos”, tuvieron que enfrentar el padre; y en la “guerra entre padre e hijos”, este tuvo que claudicar y partir para la creación de una segunda familia y así rehacer su “territorio de dominio” en este mundo…
Entre los 60 y 70 años de edad, en la hora que debería estar pensando apenas en “preparar las maletas” para viajar para “el otro mundo”, generó nuevos hijos, el mayor de los cuales se suicidó recientemente con 19 años de edad… Hace pocos días atrás, él reconocía lloroso para mí que estaba con miedo de que la hija adolescente siguiese el ejemplo del hermano mayor si no comprase para ella “cosas” que ella ve siendo comercializadas por la TV…
Él todavía anduvo “desempeñando el papel” de persona buenita hace algún tiempo atrás, cuando adoptó una niña pobre, tomando la responsabilidad de criarla, cuando es obvio que no conseguirá llevar muy adelante el compromiso que adquirió con la Vida: no parece posible que llegue a ver esa niña adulta e independiente, pues su cuerpo está visiblemente decrépito y apenas su “mente de raposa” es la que que funciona un poco mejor, con sus constantes y vacilantes deambulaciones por los alrededores en busca de gente para “negociar” con ellas… El acto de adoptar esa niña, es aparentemente bueno , pues los padres de ella la maltrataban… Mas yo dudo de la “bondad” de su gesto… Yo dudo de los “motivos más profundos” por detrás de su gesto… Él estuvo recientemente hospitalizado durante dos semanas y con eso mejoró ligeramente su deplorable estado físico, pero no tiene expectativas de permanecer por mucho tiempo en “este mundo”… Él continúa sin enfrentar la propia “finitud”, continúa intentando ampliar obsesivamente su “territorio de dominio, adquiriendo propiedades y vendiéndolas para obtener lucros sin parar; continua queriendo tener “gente” a su alrededor (hijos o no) para establecer su “dominio” sobre ellos… ¡Todo eso son “mecanismos de defensa” para no encarar la propia muerte!... Él está empeñado en una “fuga inútil” para no tener que encarar la propia “finitud”…
Y así, él queda yendo y viniendo hasta mí, proponiéndome “negocios” para realizar con él, intentando invadir “mi terreno” para expandir el de él a mis costas… Incluso, yo se que el invade mi casa en mi ausencia, con una “segunda vía” de la llave de mi puerta que yo sé que él tiene escondida… Remueve mis objetos, documentos, quiere saber sobre mí, sobre mi vida, mi historia personal, sobre mis secretos, para poder controlar mi vida y mi futuro… Él quiere tener lucros conmigo mayores que los que ya obtiene con el alquiler…
Él está a toda hora atrás de mí, llamándome para conversar, siempre proponiéndome negocios para realizar… Él es en realidad un “vampiro”, un “cazador implacable”, y yo estoy en el “alza de mira” de su “escopeta de caza”… ¡Oh bicho siniestro!...
Él está enredado en la “Tela de Araña de Maya”, y quiera enredar en la misma a todos que conseguir enredar junto con él para chuparles la sangre y así se sentir aliviado… Hasta el “mal olor” está me expulsando de aquí: él recibe gallinas de pequeños agricultores, a cambio de algunas “migajas de dinero” que les presta y luego ellos, que nunca tienen dinero, acaban teniendo que pagarle con bichos, con cosas… Y así los fondos de su casa y de la mía que quedan juntos, están siempre llenos de gallinas cercadas y amontonadas, que acaban enfermas por falta de espacio, sin plumas, llenando de excrementos el local y de “aires irrespirables” el ambiente de las casas…
¡Está difícil aguantar por aquí, de “roer éste hueso duro del momento”!...
Cavalcante – 8 / XII / 2.007.
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