
Madrugada en Vitoria – España. Malestares físicos y psíquicos no me dejan dormir…
No siento ninguna afinidad con el mundo que me rodea. Las personas de mi tiempo, o ya murieron, o las que sobraron las veo con los ojos vacíos, como quien solo vislumbra a su frente huellas borradas en sendas perdidas en medio de bosques sombríos… Algunos se esfuerzan en encontrar algún sentido para la vida que todavía viven, mirando para los hijos ya casados y para los hijos de los hijos; para una casa o un coche que poseen… Les hace ilusión (¿) juntarse con viejos amigos para cenar juntos… ¡a pesar de que al día siguiente sufrirán de problemas digestivos en sus organismos decadentes!...
Persona hipercrítica y muy próxima de mí, invasiva de las “intimidades ajenas”, estuvo levantando cuestiones sobre mi vida, me preguntando lo que yo había hecho en mi vida de “muy equivocado”, para haber “tenido cosas” y haberlas perdido… Si yo decir para ella que “no perdí cosas” y sí gané la libertad para poder levantar vuelo en dirección al Cielo, irá a entender tanto como si recitar para ella en japonés la letra de la canción Akatombo (mi canción preferida de Japón)…
No conseguí la parcela de la jubilación española que me pertenece por los años que trabajé por aquí… Me dijeron que tengo que resolver a partir de la Previdencia Brasileña y ésta mandará para España los documentos requeridos…
El viaje sirvió para dar un abrazo en parientes, amigos y conocidos, algunos de ellos que no veía hacía más de 40 años… ¡No sé si será la última vez que los veo!... Subí a Bargagain: ¡Seguramente que por la penúltima vez!...
Si es por el “ánimo” que siento en este momento, tal vez reduciría el plazo que me concedí a mi mismo para “continuar en este mundo”, iniciando mañana mismo mi “última escalada” a Bargagain… Vamos a esperar: ¡la luz del Sol del nuevo día que está llegando, tal vez me devuelve el buen humor!… Estoy necesitando un “calor” extra para encontrar divertido rever caras viejas que ya ni reconozco más y recordar viejas historias en gran parte borradas de mi memoria hace muchos años… ¡Y esperar también por el retorno a Brasil, marcado para el inicio del próximo mes, y con eso la vuelta a la “normalidad”!...
Transcurrieron algunas horas desde lo que escribí arriba. Ahora ya es la parte de la tarde… El “grenlin” estuvo suelto dentro de mí en la madrugada pasada: él se apoderó de mi lápiz aprovechando mi debilidad psico-somática y salud precaria, y escribió “aquello”… Ahora las cosas están mejor: ¡El cuerpo y la cabeza!... Después del “grenlin” se ocultar junto con las sombras de la noche, ahora las sonrisas a mi vuelta me parecen auténticas, y no apenas “máscaras para ocultar dolores de cabeza y de barriga”… Es eso, sí: ¡El Cielo y el Infierno están dentro de nosotros!...
Vitoria – España – 14 / VI / 1999.
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