
Estoy en Eunápolis – BA, y por estos días me di cuenta de dos detalles más de gente que anda preocupada conmigo, en relación a dar trabajo para “los otros” (incluso a ellos propios) con enfermedades y muerte… El Dr. Valente (citado en un opúsculo que hice con ese mismo nombre y coloqué en la internet: http://angelmoncayola.fc2web.com ) ante mi relato de la situación en que se encuentra mi esposa (dependiente totalmente de los hijos para sobrevivir en estado próximo a un “vegetal”) lanzó un pregunta al aire: -¿Quién cuidaría de mi si yo quedase en la misma situación de la esposa de nuestro amigo aquí?... Una de las hijas del propio Dr. Valente que se encontraba presente en el momento, cogió para sí misma esa responsabilidad, diciendo: -Tu tienes tus hijas por aquí que lo haríamos si nos necesitases… Yo sé que la pregunta tenía segundas intenciones, y que en realidad estaba queriendo aludir a mi situación, sin hijos y parientes próximos de mí… Como no fue una pregunta directa y específica, hice oídos sordos a la insinuación…
Al día siguiente, otra hija del mismo personaje citado, me hizo una pregunta más directa, queriendo saber si yo tenía en Alto Paraíso (donde paso la mayor parte de mi tiempo en la actualidad, en esta vida semi-nómada que sigo) alguien que cuidase de mí en caso de yo quedar enfermo… Respondí que tengo amigos por allí, mas no solicité de ellos para desempeñar esa función conmigo y que espero que tampoco venga a necesitar de ellos para esa función… Ella insistió queriendo saber que si ocurriesen “cosas más graves” todavía conmigo, si yo tenía alguien para resolverlas… Respondí que “mis amigos los buitres” es que se encargarían de cuidar de mis restos mortales en caso de yo venir a morir, y que yo haría lo posible para que así ocurriese…
Eso me trajo a la memoria otro personaje de Alto Paraíso (pariente incluso de la familia del Dr. Valente) que en una ocasión en que estaba viviendo temporariamente en la casa de él, me dijo que si yo desapareciese en mis andanzas solitarias por las montañas, que iría a buscarme dando especial atención al revuelo de “bandos de buitres” para encontrarme… Le dije a él en aquella ocasión, que si eso ocurriese sería una buena señal, pues habría conseguido una felicidad que mi abuelo, que quería morir en las montañas, no tuvo para sí mismo, además de existir mis propios deseos de no dar trabajo a nadie y también querer morir yo solo: ¡Dios y yo a solas, cara a cara, sin la presencia de ojos mortales para verme en mis momentos finales y llamando mi atención para “volver para este lado”!...
Eunápolis –BA – 10 / IX / 1999.
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