quarta-feira, 25 de agosto de 2010

57 - LOBO SOLITARIO


Estaba leyendo el libro La Rueda de la Vida, de la psiquiatra e investigadora de Tanatologia Elizabeth Kubler Ross. El libro es autobiográfico. En un pasaje del mismo, la autora recuerda de una petición que su madre hizo para ella, cuando le dijo que “si algún día quedase inútil y sin poder valerse por sí misma, que le diese alguna cosa para provocar su fin”. Esa petición provocó un dilema de conciencia en la autora del libro, pero respondió a su madre que nunca ella haría eso, “por herir sus Principios Morales Personales además de los principios profesionales en su función de médica psiquiátrica”… Su madre realmente pasó los últimos cuatro años de su vida viviendo “como un vegetal”, por causa de un derrame cerebral… Las hijas la cuidaron durante todo ese tiempo (igual situación a la que vive mi amiga dra. Rosa con su madre, y mis hijos con mi mujer)… La autora del libro dice que si su madre continuó viva por ese tiempo, fue porque la Vida tenía algo a enseñar todavía a su madre, a ella y a sus hermanas con la enfermedad de la madre…
Conocer relatos de casos como ese ahí, me hacen vacilar en relación a mí mismo y mi “fin programado”…
Mas pensando bien, mi caso es diferente al relatado por la autora del libro… En primer lugar, no veo nadie a mi alrededor con la “responsabilidad moral” de cuidar de mí en mis “momentos finales”… En segundo lugar, no voy a dejar en las manos de nadie la responsabilidad de “tomar providencias en relación a mi pasaje para el Otro Mundo”, como ocurrió con la autora del libro, e incluso conmigo mismo como ya relaté en relación a mi padre, el cual me hizo petición semejante (e incluso con mi abuelo, como ya relaté también, ocurrió parecido, a pesar de que este no hizo una “petición tan específica” como la de mi padre y la madre de la autora del libro)… En tercer lugar, el Modelo en que yo me fundamento, no es nuestro Modelo Occidental, y si un “modelo no explícito de origen Oriental”…
En fin, a pesar de las vacilaciones que originó en mi, leer el relato de ese libro, no veo ningún “obstáculo intransponible” para llegar a mi Narayama Personal con la conciencia tranquila… ¡Bargagain y Sierra de Urbasa, me esperar con vuestro “manto de nieve” para cubrirme, que algún día llegaré ahí!...

Otra diferencia que noto en la autora del libro citado en relación a mí, es el énfasis que ella da a la presencia de familiares y amigos alrededor de los moribundos… En ese aspecto se parece con la opinión de la dra. Rosa (las dos son profesionales del área de la Medicina, lo que puede ser que no sea apenas “mera coincidencia”)… Yo, al contrario de ellas, no quiero nadie cerca de mí en la hora de mi Pasaje para el Otro Mundo, quiero estar a solas conmigo mismo, y con la Presencia Invisible, que nunca me dejó solo en los momentos más difíciles y cruciales de mi vida, sea en una galería abandonada en el fondo de una mina, o en medio de parajes remotas y solitarias en selvas y montañas por las que anduve…
Realmente soy un “bicho extraño”… ¡Y de “oveja” no tengo nada!...
Alto Paraíso de Goias – 10 / VII / 1999.

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